DISCURSO DEL
GOBERNADOR DEL TÁCHIRA
EN LAS EXEQUIAS DEL EX PRESIDENTE CARLOS ANDRÉS PÉREZ
EN LAS EXEQUIAS DEL EX PRESIDENTE CARLOS ANDRÉS PÉREZ
Caracas, 5 de octubre de 2011.- Estimada Presidenta del partido Acción Democrática, Doña Isabel Carmona de Serra, y demás integrantes de la dirección nacional.
Estimada señora Blanca Rodríguez de Pérez, esposa del ex Presidente.
Carolina Pérez Rodríguez y demás familiares del ex presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez. Estimado amigo, doctor Antonio Ledezma, Alcalde Metropolitano de Caracas y su señora esposa. Estimados amigos diputados democráticos al parlamento de Venezuela.
Pueblo de Venezuela.
Acudimos este mediodía a rendir homenaje al líder democrático más influyente de la segunda mitad del siglo XX venezolano. Acudimos este mediodía a darle el último adiós a este distinguido tachirense que liderizó la patria venezolana por la senda de la pluralidad, de la democracia y de la modernidad. Lo hacemos persuadidos del saldo positivo que su presencia en la vida política e institucional de Venezuela deja su quehacer como conductor de la sociedad venezolana.Carlos Andrés Pérez a lo largo de su carrera política, a lo largo de su vida ciudadana, fue un claro ejemplo de la persona trabajadora, del hombre combativo, afirmado en sus ideales y en sus valores, que supo recorrer la amada geografía de la patria para llenar de esperanza y valores positivos a un pueblo que tanto le quiso y que dos veces lo hizo presidente de este país.
Acudimos este mediodía a rendir homenaje al líder democrático más influyente de la segunda mitad del siglo XX venezolano. Acudimos este mediodía a darle el último adiós a este distinguido tachirense que liderizó la patria venezolana por la senda de la pluralidad, de la democracia y de la modernidad. Lo hacemos persuadidos del saldo positivo que su presencia en la vida política e institucional de Venezuela deja su quehacer como conductor de la sociedad venezolana.Carlos Andrés Pérez a lo largo de su carrera política, a lo largo de su vida ciudadana, fue un claro ejemplo de la persona trabajadora, del hombre combativo, afirmado en sus ideales y en sus valores, que supo recorrer la amada geografía de la patria para llenar de esperanza y valores positivos a un pueblo que tanto le quiso y que dos veces lo hizo presidente de este país.
Por eso hoy la sociedad democrática venezolana, más allá de cualquier particularidad, más allá de cualquier especificidad histórica, está presente en esta casa del partido Acción Democrática en El Paraíso, para rendir este testimonio de respeto a quien supo afirmar sus principios pero quien también supo reconocer las diferencias y buscar el encuentro y el consenso en los momentos difíciles de la historia republicana. Eso representa al demócrata, el que sin renunciar a sus valores y sus principios entiende que no es el tiempo de los dogmatismos, que no es la hora de la verdad absoluta, sino que es la hora siempre de la modernidad, del encuentro, del acuerdo, de la búsqueda de las tareas comunes que permitan elevar la vida de unos pueblos, que como los nuestros siempre requieren de sana paz, de concordia y de entendimientos.
Carlos Andrés Pérez es un venezolano que amó profundamente toda la patria. Es un venezolano que supo entender el concepto de soberanía en su dimensión moderna y que supo entender la visión nacionalista en una perspectiva auténticamente contemporánea.
Dejó atrás las visiones chauvinistas, pero nunca fue un hombre que renunció a los valores superiores de la nacionalidad. En su primer gobierno tiene el mérito de haber entendido las corrientes que en América Latina se movían para defender la soberanía y los valores que en ese momento estaban en boga. Por ese asumió la nacionalización del petróleo como un objetivo importante en la afirmación venezolana en el control de la riqueza nacional.
No necesitó arroparse con la bandera, no necesitó descalificar a nadie, no necesitó atropellar los derechos de nadie para poder entregarle a Venezuela la plena soberanía y el ejercicio total de su industria fundamental como es la industria del petróleo. Eso tiene una lectura sobre todo para quienes piensan que el ejercicio de la soberanía es un abuso frente a los derechos de quienes trabajan o viven en una geografía determinada, porque hoy en día nuestra nación y nuestra patria existe y tiene que seguir existiendo sin desconocer la existencia, no solamente en las vecindades, sino en su propia realidad geográfica de una diversidad tanto cultural, como política, como económica, que estamos obligados todos a respetar.
Fue un hombre de su tiempo y fue capaz de entender como los modelos políticos y económicos, no solamente en América Latina sino en el mundo, estaban cambiando. Y por eso en el segundo gobierno que tuvo la tarea de conducir inició un proceso de modernización, de adecuación de nuestra economía y de nuestra gerencia pública a las realidades del mundo contemporáneo y esto no fue cabalmente comprendido por nuestro país. Pero no queda duda que fue un hombre que entendió perfectamente el signo de los tiempos y por eso se sometió a todos los avatares que conocemos. Y por eso le tocó sufrir las consecuencias de la ignominia, de las ambiciones desmedidas de quienes usaron las armas de la República para intentar deponerlo ilegítimamente, pero que supo, como todo un varón, defender la institución, defender la Constitución y defender el voto del pueblo venezolano.
Fue un hombre polémico, como somos polémicos quienes tenemos ideas, porque quienes defendemos valores y principios lo hacemos con pasión y con calor. Pero lo supo hacer con la grandeza y con la altura del demócrata. Compartió con todas las fuerzas políticas, fue capaz de someter a quienes estaban al margen de la Constitución, pero fue capaz de entenderse con todos ellos en el foro político de la República y de articular los acuerdos necesarios que permitieran la paz y la gobernabilidad de la nación. Por eso hoy los venezolanos reconocemos su inmenso su talante democrático, su inmenso apego al principio de la Constitución que, como en este mediodía lo ha señalado la doctora Carmona de Serra, presidenta de Acción Democrática, dejó un ejemplo cuando la Corte Suprema de Justicia tomó una decisión: no la descalificó, no la ofendió, no la mancilló, sino que acató democráticamente su mandato y se sometió al dictamen de la ley como lo hace un demócrata que tiene acendrado el principio de la legalidad. Y eso hoy lo hace grande.
En una Venezuela donde se descalifican decisiones tomada por el alto poder, en un país donde las instituciones están sometidas a la voluntad de una sola persona, Carlos Andrés Pérez fue un ejemplo de dignidad que supo colocar por encima de su circunstancia humana la vigencia de la democracia y del Estado de Derecho. No se detuvo a ponderar la justicia o la injusticia, sino que se puso por encima de ella, para dejar sentado que lo importante en un país moderno, en una sociedad democrática es la vigencia de las instituciones, porque ellas son las constructora de la vida social. Los hombres somos presente, pero pronto somos pasado. Los hombres somos contingentes, estamos de paso, pero las instituciones y los pueblos quedan. Y cuando se quiebran las instituciones se crea la anarquía, surge la violencia y se destruye la patria. Hoy quiero, entonces, reconocer esa voluntad creadora, ese empuje que caracterizó al Presidente Carlos Andrés Pérez en su dimensión de líder venezolano. El hombre que sí camina, el hombre de la democracia con energía, el hombre que supo sacudir las fibras de un pueblo para conducirlo por el destino de la democracia.
Pero, permítanme ustedes y permítame el pueblo venezolano que, desde esta perspectiva de Venezuela integral, yo que tengo en estos momentos la inmensa satisfacción pero también la inmensa responsabilidad de representar a todo el pueblo del Táchira, haga un señalamiento o una remembranza desde una perspectiva tachirense de la vida de Carlos Andrés Pérez.
Carlos Andrés Pérez fue un tachirense universal, fue un tachirense que se entregó por completo a Venezuela, que tuvo las características de aquella generación de hombres de empuje, de coraje, que fueron capaces de romper el aislacionismo que geográfica y políticamente estaban sometiendo a aquella región tan importante de nuestra patria. Es el hijo del café, como hijos del café fueron todos los líderes civiles y militares que desde la Revolución Liberal Restauradora de 1899 levantaron la bandera de la andinidad, para decirle a la patria nacional que nosotros, los de aquellas montañas, somos parte de la vida venezolana y tenemos derecho a un espacio en esta patria nuestra.
Me parece oportuno en esta despedida a Carlos Andrés Pérez recordar esta circunstancia. Y lo quiero decir porque recientemente en un discurso desde la Asamblea Nacional el ciudadano Presidente de la República, refiriéndose en términos peyorativos a su eminencia el Cardenal de Venezuela, José Urosa Sabino, señalaba que otro pastor de nuestra iglesia debería ser el que tuviese la mitra del episcopado capitalino. Señalaba el ciudadano Presidente que no debería ser el Cardenal de esta patria nuestra, de esta Arquidiócesis de Caracas, monseñor Jorge Urosa Sabino. Refería él que el pastor debería ser otro, que es precisamente nuestro obispo tachirense y dijo: “allá tienen en el Táchira, castigado en el exilio, al excelentísimo señor Mario Moronta”. Y a mí me parecía una ofensa tan grande a la dignidad de nuestro pueblo, decir que trabajar allá, que servir en tierra tachirense era estar en el exilio, era estar castigado. ¿Qué significa eso? , que para quien conduce la patria, aquella región de Venezuela, no es parte integral de la nación y por lo tanto no merece la atención que esa tierra requiere. Pues bien, Carlos Andrés Pérez, que nació allá en la Vega de la Pipa, una comunidad campesina de Rubio, supo ser parte de aquella región y supo hacerle entender a toda Venezuela, desde Güiria hasta San Antonio del Táchira, desde las inmensidades del caribe hasta las profundidades de la amazonia venezolana. Carlos Andrés Pérez entendió y comprendió a Venezuela toda, pero nunca dejó de ser un Gocho, por eso fue el Gocho, que vibró en Venezuela y que supo entender a Venezuela toda. Y este es un tema importante de reivindicar por quien hoy tiene la función de hablar aquí en nombre del pueblo tachirense.
Fue un hombre siempre apoyado por el pueblo tachirense y lo digo como miembro que soy de la Democracia Cristiana. Carlos Andrés fue diputado a una Asamblea Legislativa Regional en 1945, en los albores de la democracia. Un hombre joven, que empezó su carrera ejercitando la función parlamentaria en el foro regional. Y desde entonces, cuando asumió la tarea de la dirigencia nacional en los tiempos de la dictadura, al lado de los líderes fundacionales de su partido, más nunca volvió a vivir en tierra tachirense, hasta que le tocó volver a vivir ciudad por cárcel y a ser candidato a senador para recibir el último tributo que con el voto el pueblo le dio cuando lo eligió senador en la última etapa de la democracia contemporánea y del Congreso democrático de Venezuela.
Desde entonces, desde haber sido diputado regional, desde haber ejercido la diputación también en los albores de la democracia después de 1958 durante dos período como diputado al Congreso de la República por el estado Táchira, y luego al recibir el voto de nuestro pueblo para la presidencia y, finalmente, cuando fue elegido senador por el Táchira al último congreso democrático de democrático de este país, siempre tuvo, siempre recibió Carlos Andrés el voto del pueblo tachirense. Fue tan contundente que la histórica tradición socialcristiana que los estados andinos tuvieron desde 1945 se vio desequilibrada o cambiada en 1973 por el triunfo de Carlos Andrés Pérez como presidente de la República. En 1973 se quebró la mayoría copeyana del Táchira y emergió el liderazgo fuerte de Carlos Andrés Pérez que lo acompañó hasta su última elección. Y eso hay que reconocerlo porque esto demuestra un proceso de raíz, de intercambio profundo con el pueblo. Esos liderazgos que se construyen desde las bases, que se cimientan sobre una relación humana, esos liderazgos que son producto de un sistemático quehacer y de una tarea por engrandecer a la región. Obviamente que no voy a abusar de todos ustedes recordando los logros que con su esfuerzo como parlamentario y como presidente Carlos Andrés Pérez le hizo al pueblo tachirense como el que le hizo al pueblo venezolano. Pero vale decir este mediodía que representó dignamente a su pueblo, que fue un excelente parlamentario del Táchira y que fue un Presidente que siempre tuvo la voluntad de engrandecer a su región y a su país. Y que queriendo a su tierra, supo querer a toda la patria, porque amar a la patria chica no significa negar la patria grande. Es una sola. Es una simbiosis, no es posible la patria grande si no hacemos crecer nuestras patrias chicas. Y hoy necesitamos que las patrias chicas tengan fuerza y de eso Carlos Andrés dio un gran testimonio, cuando siendo Presidente impulsó el proceso de descentralización (1989) que le permitiera a cada región de organizar propio destino y tener su propia grandeza.
Es en l989 cuando se proclama la ley de elección de los gobernadores de estado. Y allí comienza precisamente la posibilidad de que cada patria chica tenga el derecho a su propio destino. Pero sobre todo en estos tiempos, finales del Siglo XX y en estos años comienzos del siglo XXI, una Venezuela que fue transformada radicalmente por la democracia: aquella patria rural, aquel país de pequeñas comunidades hoy es un país urbano, es un país y unas regiones con talento suficiente para comprender sus necesidades, para planificar su desarrollo, para impulsar su crecimiento. Y si cada una de las patrias chicas tiene la posibilidad de organizarse, de planificar su desarrollo, de impulsar sus cambios, la patria grande toda será próspera, será moderna. Pero lamentablemente ese avance significativo que le otorgó a Venezuela el liderazgo de ese momento y la presidencia de Carlos Andrés Pérez en 1989, quiere ser borrado para resucitar el viejo vicio del centralismo.
Doscientos años de vida tiene la República. Este 5 de julio del 2011 se cumplieron doscientos años del nacimiento de Venezuela como república independiente. Y de esos doscientos años, ciento ochenta han sido de centralismo; ciento cincuenta de militarismo. ¡Ya basta de militarismo y ya basta del centralismo! ¡Es la hora de la civilidad, es la hora de la descentralización! Eso representa Carlos Andrés Pérez también, junto a otros líderes históricos de esta sociedad democrática, junto a Rómulo Betancourt, junto a Jóvito Villalba, junto a Rafael Caldera, junto a Raúl Leoni, junto a Luis Herrera Campíns. Son los líderes de la civilidad democrática que Venezuela tiene que reivindicar.
Y en esta hora en la cual vuelve a surgir con fuerza la bota militar que pretende oprimir la dignidad de la República y callar la voces de cada uno de nuestros rincones combinada con esa visión centralista mediante la cual se le quiere hacer entender a la sociedad que sólo la burocracia capitalina está en capacidad de conducir los destinos de nuestro pueblo. ¡No! En cada región de Venezuela hay talento, hay coraje, hay conocimiento de la patria para darle conducción y destino a todos y cada uno de nuestros pueblos. Y eso es lo que hoy encarnamos y eso es lo que hoy venimos a reconocer en la obra de Carlos Andrés Pérez cuando sus restos mortales están aquí en tierra venezolana, luego de haber sufrido la ignominia de un exilio y una persecución política a la que no tiene derecho nadie y de que no es merecedor ninguno de nuestros compatriotas que hoy sufren en las cárceles o que hoy sufren en el exilio venezolano.
Reciba, pues, presidente Carlos Andrés Pérez, el reconocimiento por esa tarea que no, obviamente, deja de colocar en la perspectiva democrática la pluralidad en la que nos desenvolvimos y nos movimos. Conocen muchos aquí, porque hemos tenido ya tiempo en el ejercicio político, que fui de los hombres que ejercí democrática oposición a sus gobiernos. Desde el parlamento, como diputado regional, como diputado del Táchira al Congreso de la República, estuve en el franco sentido opositor a los gobiernos de Carlos Andrés Pérez, pero eran oposiciones democráticas donde podíamos oírnos y donde el debate se daba con respeto y con consideración. Nunca fue lo que vemos hoy en día en este país, el poder descalificando a quien disiente. Nunca tuvimos a un presidente que nos mancillara en el ejercicio de la función de gobierno porque estábamos nosotros en una postura opositora, sino que por el contrario en medio de esas discrepancias hubo espacio para buscar acuerdos y para tratar de lograr superar las dificultades.
Por eso nos unió una amistad. Recuerdo los días en que preso en La Ahumada le visitaba y desayunaba con él para conversar acerca de los problemas de Venezuela. Recuerdo la última campaña que como senador recorrimos el Táchira, para pedir el voto a ese pueblo y elegir nosotros dos senadores democráticos a ese congreso que fue el último del parlamento bicameral venezolano. Recuerdo el día que, ya convaleciente, lo visité en un Hospital de New York para desearle en nombre de sus compatriotas una recuperación, que vino y que le permitió prolongar su existencia durante muchos años.
En esta hora en la que vamos a entregarlo a la tierra venezolana para que descanse en paz su cuerpo, le traigo a toda su familia, a todos sus compañeros, a todos ustedes, la palabra de condolencia del pueblo tachirense, que me honro en representar, y decirle a la patria que el ejemplo civilista, democrático de líderes como Carlos Andrés Pérez aún permanecen y está por venir un futuro luminoso para Venezuela.
Carlos Andrés Pérez es un venezolano que amó profundamente toda la patria. Es un venezolano que supo entender el concepto de soberanía en su dimensión moderna y que supo entender la visión nacionalista en una perspectiva auténticamente contemporánea.
Dejó atrás las visiones chauvinistas, pero nunca fue un hombre que renunció a los valores superiores de la nacionalidad. En su primer gobierno tiene el mérito de haber entendido las corrientes que en América Latina se movían para defender la soberanía y los valores que en ese momento estaban en boga. Por ese asumió la nacionalización del petróleo como un objetivo importante en la afirmación venezolana en el control de la riqueza nacional.
No necesitó arroparse con la bandera, no necesitó descalificar a nadie, no necesitó atropellar los derechos de nadie para poder entregarle a Venezuela la plena soberanía y el ejercicio total de su industria fundamental como es la industria del petróleo. Eso tiene una lectura sobre todo para quienes piensan que el ejercicio de la soberanía es un abuso frente a los derechos de quienes trabajan o viven en una geografía determinada, porque hoy en día nuestra nación y nuestra patria existe y tiene que seguir existiendo sin desconocer la existencia, no solamente en las vecindades, sino en su propia realidad geográfica de una diversidad tanto cultural, como política, como económica, que estamos obligados todos a respetar.
Fue un hombre de su tiempo y fue capaz de entender como los modelos políticos y económicos, no solamente en América Latina sino en el mundo, estaban cambiando. Y por eso en el segundo gobierno que tuvo la tarea de conducir inició un proceso de modernización, de adecuación de nuestra economía y de nuestra gerencia pública a las realidades del mundo contemporáneo y esto no fue cabalmente comprendido por nuestro país. Pero no queda duda que fue un hombre que entendió perfectamente el signo de los tiempos y por eso se sometió a todos los avatares que conocemos. Y por eso le tocó sufrir las consecuencias de la ignominia, de las ambiciones desmedidas de quienes usaron las armas de la República para intentar deponerlo ilegítimamente, pero que supo, como todo un varón, defender la institución, defender la Constitución y defender el voto del pueblo venezolano.
Fue un hombre polémico, como somos polémicos quienes tenemos ideas, porque quienes defendemos valores y principios lo hacemos con pasión y con calor. Pero lo supo hacer con la grandeza y con la altura del demócrata. Compartió con todas las fuerzas políticas, fue capaz de someter a quienes estaban al margen de la Constitución, pero fue capaz de entenderse con todos ellos en el foro político de la República y de articular los acuerdos necesarios que permitieran la paz y la gobernabilidad de la nación. Por eso hoy los venezolanos reconocemos su inmenso su talante democrático, su inmenso apego al principio de la Constitución que, como en este mediodía lo ha señalado la doctora Carmona de Serra, presidenta de Acción Democrática, dejó un ejemplo cuando la Corte Suprema de Justicia tomó una decisión: no la descalificó, no la ofendió, no la mancilló, sino que acató democráticamente su mandato y se sometió al dictamen de la ley como lo hace un demócrata que tiene acendrado el principio de la legalidad. Y eso hoy lo hace grande.
En una Venezuela donde se descalifican decisiones tomada por el alto poder, en un país donde las instituciones están sometidas a la voluntad de una sola persona, Carlos Andrés Pérez fue un ejemplo de dignidad que supo colocar por encima de su circunstancia humana la vigencia de la democracia y del Estado de Derecho. No se detuvo a ponderar la justicia o la injusticia, sino que se puso por encima de ella, para dejar sentado que lo importante en un país moderno, en una sociedad democrática es la vigencia de las instituciones, porque ellas son las constructora de la vida social. Los hombres somos presente, pero pronto somos pasado. Los hombres somos contingentes, estamos de paso, pero las instituciones y los pueblos quedan. Y cuando se quiebran las instituciones se crea la anarquía, surge la violencia y se destruye la patria. Hoy quiero, entonces, reconocer esa voluntad creadora, ese empuje que caracterizó al Presidente Carlos Andrés Pérez en su dimensión de líder venezolano. El hombre que sí camina, el hombre de la democracia con energía, el hombre que supo sacudir las fibras de un pueblo para conducirlo por el destino de la democracia.
Pero, permítanme ustedes y permítame el pueblo venezolano que, desde esta perspectiva de Venezuela integral, yo que tengo en estos momentos la inmensa satisfacción pero también la inmensa responsabilidad de representar a todo el pueblo del Táchira, haga un señalamiento o una remembranza desde una perspectiva tachirense de la vida de Carlos Andrés Pérez.
Carlos Andrés Pérez fue un tachirense universal, fue un tachirense que se entregó por completo a Venezuela, que tuvo las características de aquella generación de hombres de empuje, de coraje, que fueron capaces de romper el aislacionismo que geográfica y políticamente estaban sometiendo a aquella región tan importante de nuestra patria. Es el hijo del café, como hijos del café fueron todos los líderes civiles y militares que desde la Revolución Liberal Restauradora de 1899 levantaron la bandera de la andinidad, para decirle a la patria nacional que nosotros, los de aquellas montañas, somos parte de la vida venezolana y tenemos derecho a un espacio en esta patria nuestra.
Me parece oportuno en esta despedida a Carlos Andrés Pérez recordar esta circunstancia. Y lo quiero decir porque recientemente en un discurso desde la Asamblea Nacional el ciudadano Presidente de la República, refiriéndose en términos peyorativos a su eminencia el Cardenal de Venezuela, José Urosa Sabino, señalaba que otro pastor de nuestra iglesia debería ser el que tuviese la mitra del episcopado capitalino. Señalaba el ciudadano Presidente que no debería ser el Cardenal de esta patria nuestra, de esta Arquidiócesis de Caracas, monseñor Jorge Urosa Sabino. Refería él que el pastor debería ser otro, que es precisamente nuestro obispo tachirense y dijo: “allá tienen en el Táchira, castigado en el exilio, al excelentísimo señor Mario Moronta”. Y a mí me parecía una ofensa tan grande a la dignidad de nuestro pueblo, decir que trabajar allá, que servir en tierra tachirense era estar en el exilio, era estar castigado. ¿Qué significa eso? , que para quien conduce la patria, aquella región de Venezuela, no es parte integral de la nación y por lo tanto no merece la atención que esa tierra requiere. Pues bien, Carlos Andrés Pérez, que nació allá en la Vega de la Pipa, una comunidad campesina de Rubio, supo ser parte de aquella región y supo hacerle entender a toda Venezuela, desde Güiria hasta San Antonio del Táchira, desde las inmensidades del caribe hasta las profundidades de la amazonia venezolana. Carlos Andrés Pérez entendió y comprendió a Venezuela toda, pero nunca dejó de ser un Gocho, por eso fue el Gocho, que vibró en Venezuela y que supo entender a Venezuela toda. Y este es un tema importante de reivindicar por quien hoy tiene la función de hablar aquí en nombre del pueblo tachirense.
Fue un hombre siempre apoyado por el pueblo tachirense y lo digo como miembro que soy de la Democracia Cristiana. Carlos Andrés fue diputado a una Asamblea Legislativa Regional en 1945, en los albores de la democracia. Un hombre joven, que empezó su carrera ejercitando la función parlamentaria en el foro regional. Y desde entonces, cuando asumió la tarea de la dirigencia nacional en los tiempos de la dictadura, al lado de los líderes fundacionales de su partido, más nunca volvió a vivir en tierra tachirense, hasta que le tocó volver a vivir ciudad por cárcel y a ser candidato a senador para recibir el último tributo que con el voto el pueblo le dio cuando lo eligió senador en la última etapa de la democracia contemporánea y del Congreso democrático de Venezuela.
Desde entonces, desde haber sido diputado regional, desde haber ejercido la diputación también en los albores de la democracia después de 1958 durante dos período como diputado al Congreso de la República por el estado Táchira, y luego al recibir el voto de nuestro pueblo para la presidencia y, finalmente, cuando fue elegido senador por el Táchira al último congreso democrático de democrático de este país, siempre tuvo, siempre recibió Carlos Andrés el voto del pueblo tachirense. Fue tan contundente que la histórica tradición socialcristiana que los estados andinos tuvieron desde 1945 se vio desequilibrada o cambiada en 1973 por el triunfo de Carlos Andrés Pérez como presidente de la República. En 1973 se quebró la mayoría copeyana del Táchira y emergió el liderazgo fuerte de Carlos Andrés Pérez que lo acompañó hasta su última elección. Y eso hay que reconocerlo porque esto demuestra un proceso de raíz, de intercambio profundo con el pueblo. Esos liderazgos que se construyen desde las bases, que se cimientan sobre una relación humana, esos liderazgos que son producto de un sistemático quehacer y de una tarea por engrandecer a la región. Obviamente que no voy a abusar de todos ustedes recordando los logros que con su esfuerzo como parlamentario y como presidente Carlos Andrés Pérez le hizo al pueblo tachirense como el que le hizo al pueblo venezolano. Pero vale decir este mediodía que representó dignamente a su pueblo, que fue un excelente parlamentario del Táchira y que fue un Presidente que siempre tuvo la voluntad de engrandecer a su región y a su país. Y que queriendo a su tierra, supo querer a toda la patria, porque amar a la patria chica no significa negar la patria grande. Es una sola. Es una simbiosis, no es posible la patria grande si no hacemos crecer nuestras patrias chicas. Y hoy necesitamos que las patrias chicas tengan fuerza y de eso Carlos Andrés dio un gran testimonio, cuando siendo Presidente impulsó el proceso de descentralización (1989) que le permitiera a cada región de organizar propio destino y tener su propia grandeza.
Es en l989 cuando se proclama la ley de elección de los gobernadores de estado. Y allí comienza precisamente la posibilidad de que cada patria chica tenga el derecho a su propio destino. Pero sobre todo en estos tiempos, finales del Siglo XX y en estos años comienzos del siglo XXI, una Venezuela que fue transformada radicalmente por la democracia: aquella patria rural, aquel país de pequeñas comunidades hoy es un país urbano, es un país y unas regiones con talento suficiente para comprender sus necesidades, para planificar su desarrollo, para impulsar su crecimiento. Y si cada una de las patrias chicas tiene la posibilidad de organizarse, de planificar su desarrollo, de impulsar sus cambios, la patria grande toda será próspera, será moderna. Pero lamentablemente ese avance significativo que le otorgó a Venezuela el liderazgo de ese momento y la presidencia de Carlos Andrés Pérez en 1989, quiere ser borrado para resucitar el viejo vicio del centralismo.
Doscientos años de vida tiene la República. Este 5 de julio del 2011 se cumplieron doscientos años del nacimiento de Venezuela como república independiente. Y de esos doscientos años, ciento ochenta han sido de centralismo; ciento cincuenta de militarismo. ¡Ya basta de militarismo y ya basta del centralismo! ¡Es la hora de la civilidad, es la hora de la descentralización! Eso representa Carlos Andrés Pérez también, junto a otros líderes históricos de esta sociedad democrática, junto a Rómulo Betancourt, junto a Jóvito Villalba, junto a Rafael Caldera, junto a Raúl Leoni, junto a Luis Herrera Campíns. Son los líderes de la civilidad democrática que Venezuela tiene que reivindicar.
Y en esta hora en la cual vuelve a surgir con fuerza la bota militar que pretende oprimir la dignidad de la República y callar la voces de cada uno de nuestros rincones combinada con esa visión centralista mediante la cual se le quiere hacer entender a la sociedad que sólo la burocracia capitalina está en capacidad de conducir los destinos de nuestro pueblo. ¡No! En cada región de Venezuela hay talento, hay coraje, hay conocimiento de la patria para darle conducción y destino a todos y cada uno de nuestros pueblos. Y eso es lo que hoy encarnamos y eso es lo que hoy venimos a reconocer en la obra de Carlos Andrés Pérez cuando sus restos mortales están aquí en tierra venezolana, luego de haber sufrido la ignominia de un exilio y una persecución política a la que no tiene derecho nadie y de que no es merecedor ninguno de nuestros compatriotas que hoy sufren en las cárceles o que hoy sufren en el exilio venezolano.
Reciba, pues, presidente Carlos Andrés Pérez, el reconocimiento por esa tarea que no, obviamente, deja de colocar en la perspectiva democrática la pluralidad en la que nos desenvolvimos y nos movimos. Conocen muchos aquí, porque hemos tenido ya tiempo en el ejercicio político, que fui de los hombres que ejercí democrática oposición a sus gobiernos. Desde el parlamento, como diputado regional, como diputado del Táchira al Congreso de la República, estuve en el franco sentido opositor a los gobiernos de Carlos Andrés Pérez, pero eran oposiciones democráticas donde podíamos oírnos y donde el debate se daba con respeto y con consideración. Nunca fue lo que vemos hoy en día en este país, el poder descalificando a quien disiente. Nunca tuvimos a un presidente que nos mancillara en el ejercicio de la función de gobierno porque estábamos nosotros en una postura opositora, sino que por el contrario en medio de esas discrepancias hubo espacio para buscar acuerdos y para tratar de lograr superar las dificultades.
Por eso nos unió una amistad. Recuerdo los días en que preso en La Ahumada le visitaba y desayunaba con él para conversar acerca de los problemas de Venezuela. Recuerdo la última campaña que como senador recorrimos el Táchira, para pedir el voto a ese pueblo y elegir nosotros dos senadores democráticos a ese congreso que fue el último del parlamento bicameral venezolano. Recuerdo el día que, ya convaleciente, lo visité en un Hospital de New York para desearle en nombre de sus compatriotas una recuperación, que vino y que le permitió prolongar su existencia durante muchos años.
En esta hora en la que vamos a entregarlo a la tierra venezolana para que descanse en paz su cuerpo, le traigo a toda su familia, a todos sus compañeros, a todos ustedes, la palabra de condolencia del pueblo tachirense, que me honro en representar, y decirle a la patria que el ejemplo civilista, democrático de líderes como Carlos Andrés Pérez aún permanecen y está por venir un futuro luminoso para Venezuela.
¡Que descanse en paz, Carlos Andrés Pérez!