martes, 14 de agosto de 2012

EL DEDO DEL AUTÓCRATA VS LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA

    El pueblo venezolano tiene muy presente cómo se produjo la elección del candidato a presidente de la República por la unidad democrática, Henrique Capriles Radonski,  y del mismo modo de los postulados a gobernadores y alcaldes de todo el país.

   Una discusión amplia, transparente y democrática precedió el llamado a unas elecciones primarias, inéditas en el mundo, mediante la cual más de tres millones de venezolanos escogieron libremente a los líderes nacionales y regionales que conducirán la transformación de Venezuela, en todos los órdenes, durante los próximos años. Nunca antes en ningún país del mundo se conoció un esfuerzo tan amplio, perseverante y laborioso para construir un acuerdo de esta naturaleza.

   Siete meses después, los venezolanos estamos presenciando el patético espectáculo de un mandamás que recorre el país designando y descartando, sin más consultas que su propio arbitrio, los candidatos a encabezar los gobiernos estadales. Atolondradamente, un día los pone y otros los decapita sin otra consideración que sus caprichos, la confianza puesta solamente en su círculo de íntimos o incondicionales cada vez más reducido  y la vocación totalitarista  que se expresa en el “porque aquí mando yo”. El dedo del autócrata encarna, concentra y monopoliza todo el poder político sobre el sector que acaudilla, como lo ha pretendido hacer con las instituciones, los recursos del país y la vida de todos los venezolanos.

     El Táchira también han querido convertirlo en coto de  las pretensiones de la delirante megalomanía entronizada en el gobierno nacional. Un buen día amanece proclamando a uno de sus más grises ministros como candidato a  gobernador del Estado, sin importarle su total desvinculación con la región, su desconocimiento de las aspiraciones y necesidades de sus habitantes, su absoluta falta de identificación con los valores, la historia, la cultura, la idiosincrasia del pueblo tachirense.

   A las pocas semanas el experimento se estrella –no podía ser de otra forma --contra la realidad política y las auténticas aspiraciones del Táchira, de vivir en paz, en democracia y con perspectivas ciertas de progreso material y espiritual y desarrollo económico, objetivos que comparten mayoritariamente la población tachirense y lo cual la convierte en uno de los bastiones más fuerte de la democracia en Venezuela.
    Ante el contundente revés, el autócrata desecha la lánguida figura ministerial que su dedo omnipotente había convertido en aspirante para echar mano de otros títeres, de otros obsecuentes fracasados, cuyo único mérito en la prosternación frente al mandón.
       Pero el Táchira no sufre de amnesia y rechaza a quienes no le han cumplido. Los tachirenses saben que Henrique Capriles Radonski, como próximo presidente de la República, y César Pérez Vivas, como gobernador, garantizan que Venezuela y nuestro estado recorrerán la ruta hacia la paz, la libertad y el progreso durante los próximos años. Así lo decidirán con su voto libre y soberano los ciudanos que están llamados a participar en estas elecciones del próximo 7 de octubre

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