Quien se cree el dueño absoluto del país y sus habitantes
designó, como si estuviera dotado de un dedo prodigioso, todos y cada uno de
los candidatos a gobernadores de estado por el partido de su propiedad, que es
decir el PSUV.
Y entre quienes fueron designados por esa pretendida suprema
voluntad está también el que probablemente en medio de una madrugada de largo insomnio,
se le ocurrió enviar para el Estado Táchira tras el fracaso de otros dos
inventos: sus ministros del Interior, Tareck Al Aissami, y el de Defensa, Henry Rangel Silva, lanzados
después en paracaídas hacia otras regiones.
Ya sabemos quién es. Tengámoslo claro: no están enviado un
gerente, un gran organizador ni un egregio ciudadano que conoce, se identifica
y siente afecto por este estado andino y lo quiere ver progresar en paz y
democracia.
Nada de eso: han enviado un simple mensajero. El mensajero, el
portavoz, el correveidile, repetimos, de quien se cree dueño absoluto de
Venezuela y sus ciudadanos.
Lo curioso es que este mensajero no ha llegado con su
motocicleta de reparto, como todo trabajador que se dedica este oficio. Los
testimonios fotográficos nos dicen que, por el contrario, llegó en un jet
ejecutivo y para colmo ¡con siglas aeronáuticas del denostado imperio..! ¿A
quién pretende entonces engañar este potentado de la boliburguesía con ese
disfraz socialista?
Por supuesto, no llega este mensajero cargado de buenas
nuevas, sino de viejas y muy malas noticias, aquellas que dan cuenta de que
Venezuela, a pesar de los inmensos recursos con los cuales “la revolución” ha
contado durante catorce años, va en la ruta del atraso y la pobreza, para lo
cual el próximo peldaño es convertirla en un estado comunal, en un estado
comunista, a contrapelo de lo que pauta la Constitución Nacional.
Hace una década teníamos en Venezuela 11 mil 700 industrias
manufactureras, hoy nos quedan 7. 500. Eso
es igual a más desempleo que es igual a más pobreza, más necesidades para las
familias.
Lo que se busca es continuar la burla a la Constitución y a
las leyes, la discriminación, la improvisación, el despojo a los productores
del campo, a los pequeños comerciantes, al industrial, la discriminación con el
humilde ciudadano que no se postra ni se enfranela de rojo.
Buscan el acaparamiento de las instancias regionales que hoy
están dedicadas a la solución de los problemas de la ciudadanía, las gobernaciones
y alcaldías, y evitar que sigan construyendo futuro para convertirlas en simple
instrumentos para la perpetuación en el poder.
A eso viene el mensajero del atraso: a ver cómo le sirve en
bandeja a su jefe la gobernación del
Táchira, hoy comprometida con los más altos intereses del pueblo tachirense,
para desbaratarla y ponerla en función del plan de destrucción de los gobiernos
regionales y las alcaldía y dar paso a un estado comunista, al pretendido
estado comunal que marque el punto de una Venezuela sin retorno de la pobreza.
Ese cometido será misión imposible. Táchira no quiere ni
necesita mensajeros, pues tiene un líder de palabra y compromiso y un equipo forjado y
formado en esta tierra al frente de la gobernación, como el que encabeza el
gobernador César Pérez Vivas. El mensajero del atraso se despedirá por donde
vino, en su avión de lujo a todo dar,
rumbo a la Florida. Desde allá seguramente hará una llamada telefónica,
solamente para decir: “mi comandante en jefe, en el Táchira definitivamente no
nos quiere. Ni a usted, ni a su partido ni a mí”.
13-11-2012
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