Para los historiadores y
estudiosos de nuestra realidad política, es un criterio aceptado que Venezuela
cruzó los umbrales del siglo XX sólo después de la muerte del general Juan
Vicente Gómez.
Los cambios para una mayor
participación política del pueblo y para mejorar sus condiciones de vida se
iniciaron, de manera tímida y gradual pero sostenida, a partir de la muerte del
caudillo en el año 35, cuando el poder fue asumido por Eleazar López Contreras.
Infortunadamente, la
Venezuela de hoy parece vivir una situación semejante, pues desde el gobierno
central lejos de transitar la ruta de las democracias modernas, las que
garantizan el progreso y el respeto a los derechos fundamentales de todos los
ciudadanos, se empeñan en calcar el
esquema de organización política más retrógrado y un modelo económico
reiteradamente fracasado por centralizador, estatizador y comunista.
A doce años de haber
traspuesto la frontera del tercer milenio, Venezuela parece viajar hacia los
tiempos del caudillismo de finales del siglo XIX y primeras del siglo XX, donde
la voluntad omnímoda de un solo hombre se imponía por sobre las prioridades del
propio Estado venezolano y sobre los intereses de la ciudadanía.
Esta situación tiene dos
agravantes: prácticamente se ha desmontado el esquema descentralizado que a
partir del año 1989 le transfirió poderes a los gobernadores electos por la
voluntad popular y al mismo tiempo se siembra la anarquía, se burla la
Constitución y las leyes, se atropellan los derechos del productor, del
comerciante, se invade la tierra, se obstruye la labor de los gremios
empresariales y de los gobernantes regionales no pertenecientes a la tolda
oficialista, despojándolo de sus recursos como si ellos no formaran parte del
entramado político-administrativo del país.
Esa patética realidad es
la que rechazaremos en forma unitaria, con profunda apego a la tradición e idiosincrasia del pueblo
tachirense, que continuará abriendo senderos para el progreso de todo nuestro
estado de mano de un hombre conocedor de su realidad, profundamente tachirense
y comprometido vitalmente con el futuro de nuestro Estado, como lo es César
Pérez Vivas.
Eso es lo que está en
juego en estas elecciones de gobernadores del 16 de diciembre, en las cuales
Pérez Vivas será reelecto por el pueblo tachirense porque garantiza la
profundización de una obra visionaria y de gran alcance, responsablemente y
eficientemente planificada, de cuya realización dependerá la transformación del
Táchira en una de las regiones más prósperas y más modernas de Venezuela. Ese
es el reto en el que el digno pueblo tachirense defenderá su derecho a un mejor
futuro, con seguridad, bienestar, en paz y democracia. Unidos triunfaremos.
05-11-2012
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